Un empate que complica

Por Verónica Drygailo

Ponga más huevo… Ponga más corazón… Los hinchas de River se impacientaron en la mitad del segundo tiempo y entonaron cantitos que no se habían escuchado desde que empezó el ciclo de Agel Cappa. Tampoco los insultos del final para los jugadores y el técnico. Es que cuando la pelota no entra… River generó más de diez situaciones claras de gol, sin embargo, no pudo quebrar el 0 a 0 frente a Gimnasia y terminó dejando dos puntos más en el Monumental. Uno podría decir que se falló en la definición o que los palos y Gastón Sessa resultaron determinantes para el empate. La verdad es que el análisis debería ser más profundo. Hay cuestiones colectivas en el “Millo” que no funcionan y que Cappa deberá trabajar bastante para ensamblar el juego. Uno de los déficit pasa por la conformación de la mitad de la cancha. Está claro que el técnico cambia continuamente porque no encuentra los intérpretes necesarios en ese sector. La lesión de Matías Almeyda complicó aún más el panorama. Ni Ballón ni Acevedo demostraron estar a la altura de las circunstancias y tirarle la responsabilidad a Cirigliano sería demasiada presión para un juvenil. Entonces, el equipo ha perdido a uno de sus pilares futbolísticos y anímicos. De todos modos, la preocupación también se traslada a las bandas. ¿Quién juega de volante por la derecha? ¿Y por la izquierda? Según el DT, no tienen que ser recuperadores de pelota, sino que todo el equipo debe ocuparse de la difícil tarea de marcar. Con dos mediocampistas como Mauro Díaz y Erik Lamela, se resintió la labor de la marcadores de punta, ya que tanto Ferrari como Arano debieron acoplarse al medio y eso generó desajustes defensivos, que de no ser por la falta de oficio de los delanteros de Gimnasia y un par de atajadas de Carrizo podrían haberse generado una derrota.

Ahora bien, ese déficit en la mitad, también obliga a Ortega, quien generalmente se ubica como media punta, a retroceder casi hasta el círculo central para tomar contacto con la pelota. El “Burrito” ya no tiene veinte años y sufre el desgaste, tanto que llega con los justo para pasarle la pelota a alguno de los delanteros. Eso lo lleva a la imprecisión y el fastidio. Incluso, varias veces, Funes Mori y Pavone bajan para juntarse con el jujeño y eso les quita resto físico y mental para elegir el final de las jugadas. Está claro que no todos los jugadores cuentan con la capacidad de asimilar rápido los conceptos de un entrenador y mucho menos, los más jóvenes, varios de los cuales ya cargan sobre sus espaldas varias frustraciones, a pesar de su edad.

Mucho se le cuestionaron a Cappa los cambios que hizo en el entretiempo. Lo cierto es que Mauro Díaz por la derecha no “cortaba ni pinchaba” y el ingreso de Affranchino le dio un poco más de recuperación y proyección por ese sector. La salida de Lamela fue más desconcertante porque el pibe había jugado una buena primera parte, al menos eso se vio desde afuera. Evidentemente, Lamela aún está en pleno proceso de aprendizaje y nunca debe olvidarse de jugar en función de equipo y no “engolosinarse” con la pelota. Cappa sabe porqué lo sacó, ningún entrenador se privaría por capricho de tener al mejor de la cancha sin una razón contundente. Si el DT prefiere mantener ese fundamento en la intimidad, se lo debe respetar.

En la segunda parte, se repitió el monólogo de River, con sus virtudes y defectos, ante un rival que sólo se animó a atacar cuando se dio cuenta de que podía generarle un problema a la desordenada defensa “millonaria”. Buonanotte trató de armar una sociedad con Ortega, pero el “Burrito” ya estaba demasiado cansado. Pavone la siguió peleando hasta el final y Funes Mori entró en una racha negativa con el arco. Tal fue el desorden de River, aunque nunca bajó los brazos, que sobre el final casi lo pierde. Fue empate. La preocupación aumenta y el optimismo decrece. El “Millo” necesita sumar y los puntos se le escapan. Con merecer no alcanza, se gana con mayor cantidad de goles que el adversario. Se vienen partidos tan complicados como decisivos, en los que habrá que sumar como sea, aunque se genere una chance, no se puede fallar. Los errores se terminan pagando demasiado caros. Y ya van cuatro partidos sin ganar.