Cuando no se puede ganar… Lo mejor es empatar… Este viejo axioma futbolero encaja a la perfección con el presente de River. Y mucho más, si el punto te deja solo arriba… El equipo de Angel Cappa igualó
Mirando la mitad llena del vaso se podría destacar que River recuperó el orden defensivo, que mostró en los dos primeros partidos, aún cuando Adalberto Román debutó en la zaga central, debido a la lesión de Maidana. En la última línea no se vieron tantos errores como frente a Independiente. Ferrari y Arano estuvieron más contenidos en la proyección y atentos a las marcas; mientras que Ferrero y Román se ensamblaron sin inconvenientes.
La “mitad vacía” estuvo del medio hacia adelante. Almeyda quedó demasiado expuesto ante Mercier, quien se convirtió en el conductor de Argentinos. A River se le hacía difícil recuperar la pelota y cuando la tenía, no sabía que hacer con ella. Ni Ortega ni Buonanotte se pusieron en sintonía y Funes Mori parecía desconectado del resto del equipo. El equipo de Pedro Troglio ocupaba bien los espacios y se mostraba prolijo, sólo le faltó precisión para definir la última jugada.
En el segundo tiempo, con el ingreso de Lanzini (reemplazó a Pereyra), River trató de armar algún circuito futbolístico para llevar peligro al arco rival. Pero se quedó en intentos o en “patriadas” individuales que no consiguieron su objetivo. Ni siquiera, Mariano Pavone (entró por Buonanotte) pudo quebrar el buen planteo de Argentinos.
Para aquellos que disfrutan del “tiki-tiki” o sueñan con que River juegue con ese particular estilo que supo imponer Angel Cappa en Huracán, el empate dejó una sensación de preocupación, esa misma que sienten desde que empezó el torneo. Para los resultadistas, el punto conquistado en
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